29 de octubre de 2020

"LA BRILLANTADA: ¿TIEMPOS EXTREMOS REQUIEREN MEDIDAS EXTREMAS?"



Por: Ivonne Acuña Murillo

Hora tras hora, días tras día, año tras año, siglo tras siglo, las mujeres han sido ofendidas, humilladas, golpeadas, mutiladas, vejadas, manoseadas, intimidadas, acosadas, amenazadas, maltratadas, violadas, excluidas, encerradas, discriminadas, descuartizadas, asesinadas, desaparecidas, compradas, vendidas, quemadas en la hoguera, obligadas a prostituirse, explotadas laboralmente recibiendo salarios más bajos que los de los hombres, tratadas como inferiores, como menores de edad, como retrasadas mentales. Todo con la anuencia y complicidad de las diversas iglesias, gobiernos, sociedades, familias, teóricos, teólogos, ideólogos, filósofos, científicos y un sinfín de etcéteras.

Pero, basta con un día de furia, la marcha feminista del viernes 16 de agosto, conocida ya como ‘la brillantada’, para que sean tachadas de ‘provocadoras’, ‘violentas’, ‘malditas’, ‘pinches viejas’, ‘feminazis’, ‘locas’, ‘vándalas’, ‘terroristas’, ‘marimachos’, ‘lesbianas’ y que incluso se llegue al extremo de pedir que las quemen (¿otra vez?), como lo hiciera Fausto Enrique Loria Ortiz, exempleado de la Fiscalía General del Estado (FGE) de Yucatán, quien en su cuenta de Facebook escribió: “Porque no pasa una pipa llena de gasolina y les prenden fuego”. Afortunadamente, este individuo ya fue despedido por orden del gobernador de la entidad, Mauricio Vila.

Hubo también amenazas directas de muerte como las que sufrió la diputada federal independiente, Ana Lucía Riojas Martínez, quien denunció haber recibido amenazas a través de sus redes sociales, por su participación en la protesta feminista del 16 de agosto, según publicó el sitio infobae.com.

Se les critica, repudia, amenaza, se pretendió incluso engañarlas llamando a una marcha ‘falsa’ para cazarlas y cobrarles su atrevimiento. De qué otra manera se les podría castigar por abandonar su rol de género, ese que les dicta ser ‘modositas’, ‘calladitas’, ‘bonitas’, ‘pasivas’, ‘tiernas’, en una palabra ‘femeninas’. Las otras, las que gritan, reclaman, se quejan, patean, golpean, se defienden, agreden… ¡no son mujeres!, no son reconocibles, no son aceptadas. La misma escritora Elena Poniatowska publicó en su cuenta de Twitter: “La brutalidad y el destrozo jamás pueden estar ligados a la acción de la mujer”.

No importan las razones de la indignación, del enojo, de la rabia, de la furia, una mujer que se precie de serlo no abandona su rol y cuando levanta la voz, se enoja, se enfurece es porque está ‘histérica’, seguro ‘está en sus días’ y eso la lleva a perder el control. Un hombre, por el contrario, cuando grita, golpea, se defiende es valiente, arrojado y su razón tendrá. Porque hay que saber que un hombre jamás podrá ponerse histérico, la histeria es propia de mujeres. Etimológicamente, la palabra histeria viene del griego hystera, que significa ‘útero’ y remite desde la Antigüedad hasta principios del siglo XX a una supuesta serie de trastornos sufridos por las mujeres, nunca por los hombres, que al final derivaban en una tendencia a causar problemas sin explicación o razón aparente.

Y entonces resulta que las mujeres que ‘vandalizaron’ El Ángel (que por cierto no es un él sino una ella, es la Victoria Alada), la estación del Metrobús Insurgentes y espacios aledaños, son una punta de histéricas que causaron problemas sin explicación o razón aparente. Faltaba más, las verdaderas mujeres se quedan en su casa y no salen a la calle a vandalizar monumentos nacionales y menos aún el más importante y representativo del país.

Las preguntas que flotaron en el ambiente durante toda la semana posterior a la marcha feminista fueron: ¿Qué les pasa? ¿Están locas? ¿Por qué tanta violencia? Las certezas que acompañaron estos cuestionamientos fueron: por las buenas se puede todo, calladitas se ven más bonitas; no parecen mujeres; sus causas no ameritan violencia.

En los medios apareció de manera recurrente la descalificación, la crítica y pocos, muy pocos, se ocuparon de relacionar el supuesto vandalismo con los reclamos de las mujeres, con los datos que indican que la violencia en contra de ellas ha aumentado de manera alarmante en los últimos años. Contra los hombres también, se dice, y ellos no están en las calles destruyendo o pintarrajeando monumentos, ni lanzando brillantina rosada a ineptos funcionarios públicos y entonces resulta que como los hombres no se quejan, las mujeres tampoco deberían hacerlo.

El silencio en todo caso parece ser la solución más cómoda para una sociedad incapaz de salir de su zona de confort y defender a sus mujeres, a sus niñas, a sus niños, a sus hombres, a sus jóvenes. ¿Para qué? Si calladitas y calladitos se ven más bonitas y bonitos.

Pero la realidad es contundente y las cifras, dicen los científicos, no mienten, así que vayan aquí algunas de ellas.

De acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), del gobierno federal, en los primeros cuatro meses de 2015 se registraron 610 crímenes contra mujeres; en 2016 fueron 847; en 2017 ascendieron a 967; en 2018, a mil 142; y en el primer semestre de 2019, a 470.

En los últimos 32 años se han registrado en el país 52 mil 210 muertes de mujeres en las que se presumió homicidio, de las cuales 15 mil 535 ocurrieron en los últimos seis años, es decir, 29.8%, según reporte del SESNSP.

De acuerdo con datos publicados por Publimetro y de acuerdo con cifras del mismo SESNSP, en los primeros siete meses de 2019 los feminicidios aumentaron 20%, al pasar de 71 a 85; 34 mil 463 mujeres fueron víctimas de lesiones dolosas, es decir, cinco mil 744 en promedio al mes; se registraron 206 secuestros, un promedio de 34 por mes, presentándose un pico en mayo pasado con 48 casos; mientras que 56 mil 285 mujeres fueron violentadas en diferentes delitos.

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU): nueve mujeres son asesinadas cada día en México (en algunos estudios se habla de 10); Veracruz es el estado más peligroso para las mujeres en la actualidad, al registrar 104 víctimas de feminicidio de enero a junio de este año. Le sigue el Estado de México con 42 casos en el mismo periodo.

De enero a agosto de este año, 292 mujeres han sido víctimas de abuso sexual en la Ciudad de México, cuatro denuncias fueron por violación tumultuaria, según el portal de Datos Abiertos del Gobierno Capitalino.

Lo anterior explica porque el 78.7% de la población mayor de 18 años que se siente insegura en el país corresponde al sexo femenino. Esto es, según la más reciente Encuesta de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública del INEGI (ENVIPE) 2018, 23.1 millones de mujeres se sienten amenazadas de una u otra forma.

En la misma encuesta se señala que las mujeres se sienten más inseguras que los hombres tanto en lugares públicos como en privados: cajero automático en vía pública (87.4%), transporte público (74.2%), calle (72.9%), carretera (69.5%), mercado (65.5%), parques (62.1%), automóvil (48.9%), escuela (39.2%), trabajo (36.2%) y casa (26.7%). Asimismo, se sostiene que la incidencia de delitos sexuales contra este sector es de 2 mil 733 abusos por cada 100 mil mujeres, cifra significativamente mayor a los mil 764 casos que se cometieron en 2016.

Las mujeres son las principales víctimas de delitos sexuales: en 2017, la tasa de este delito fue de 2 mil 733 por cada 100 mil mujeres, cifra mayor a la tasa de mil 764 registrada en 2016 por el INEGI.

El Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF) informó que 18 de las 32 entidades federativas, es decir, el 56% del territorio nacional, se encuentra formalmente declarado en Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres (AVG). Lo cual no quiere decir que sólo en esos estados ha surgido la necesidad de declararla, pues existen resistencias gubernamentales para hacerlo en otras entidades, como la Ciudad de México.

En lo que corresponde a los asesinatos de niñas y adolescentes, en 2015 se cometieron 50, mientras el año pasado la cifra se elevó a 86.

En función de las cifras expuestas, la Agencia de Comunicación e Información de la Mujer (CIMAC), informó que de 2007 a 2017 se realizaron 124 movilizaciones feministas. De éstas, 30 tuvieron como eje los derechos humanos y el caso Ayotzinapa, 26 los derechos sexuales y reproductivos femeninos y 68 el cese a la violencia en contra de las mujeres. Diez años de protestas, peticiones, denuncias, propuestas, quejas, reuniones con el gobierno, mesas de debate, foros, publicaciones, investigaciones, que no han dado los resultados esperados, pues cada año se presenta un incremento de la violencia, en todas sus manifestaciones, en contra de las mujeres, como se mostró arriba.

La gran mayoría de estas marchas se caracterizaron por ser pacíficas, lúdicas, coloridas, festivas y más allá de la nota del día siguiente no pasó nada. Las mujeres siguieron siendo violentadas, acosadas, secuestradas, violadas, asesinadas. Lo que si ha cambiado es el ánimo de las mujeres que se atreven a salir a las calles a exigir resultados.

En entrevista con la periodista Carmen Aristegui, en su espacio matutino de noticias en Radio Centro 97.7 FM, el lunes 19 de agosto, la antropóloga y activista feminista Marta Lamas afirmó: “A las chicas les está yendo muy mal (…) Hay una denuncia muy legítima de las chicas jóvenes (que están en los veintitantos), ya que están muy heridas, muy lastimadas y muy ofendidas.

Son esas mujeres jóvenes, heridas, lastimadas y ofendidas las principales protagonistas de los hechos del viernes 16 de agosto. Son las nuevas feministas, las de la llamada ‘cuarta ola del feminismo’”.

La primera ola del feminismo inició en la segunda mitad del siglo XIX y se extendió hasta los inicios del siglo XX. Estuvo marcada por la lucha de las mujeres por lograr el reconocimiento de sus derechos políticos, siendo la reivindicación del voto el eje del Movimiento Sufragista, inglés y estadunidense. En México, entre 1884 y 1887, en la revista Violetas del Anáhuac, se demandó el derecho al sufragio femenino; en 1910, el frente femenil antirreeleccionista ‘Las Hijas de Cuauhtémoc’, vinculado a Francisco I. Madero, solicitó fuera reconocida la participación política de las mujeres; y en mayo de 1911, varios cientos de mujeres dirigieron una carta al presidente interino Francisco León de la Barra para reclamar el voto para las mujeres, señalando que la Constitución de 1857 no las excluía de dicho derecho.

La segunda ola se asocia con el movimiento de liberación que se desarrolló a lo largo de los años 70 y 80 del siglo XX y que tuvo como centro demandas en torno a los derechos reproductivos y sexuales. La quema de sostenes es una de las imágenes más representativas asociadas a esta ola, misma que tuvo lugar en 1968 cuando mujeres estadunidenses protestaron en contra del concurso de belleza Miss América, que tuvo lugar en Nueva Jersey, quemando en un bote, al que llamaron ‘Basurero de la libertad’, enseres domésticos, zapatos de tacón y, por supuesto, brasieres. La idea era deshacerse simbólicamente de lo que ellas consideraban como ‘objetos de opresión’. Igualmente, se asocia esta etapa con la aparición y uso de las píldoras anticonceptivas.

El inicio de la tercera ola se atribuye a la escritora y activista feminista estadunidense Rebecca Walker, quien en 1992 publicó en la revista Ms su artículo Becoming the Third Wave, vinculando la diversidad que implica el ‘ser mujer’ con términos de clase y étnicos.

En términos teóricos, la ‘primera ola’ correspondió al periodo de ‘victimización’, en el que muchas mujeres se consideraron a sí mismas víctimas de los hombres y decidieron romper toda relación con ellos al ser estos el origen de su opresión. Llegaron incluso a pensar en la formación de bancos de semen, para reducir su interacción al mínimo con el sexo opuesto.

La ‘segunda ola’, se caracterizó por la realización de múltiples estudios teóricos y empíricos en torno a la relación mujeres-hombres, al entendimiento de esa relación en términos sociales, económicos, políticos y culturales y a la formación de un esquema teórico propio, el enfoque de género, que permitió explicar la subordinación de las mujeres y la asimetría de poder entre ambos sexos. Los estudios y el enfoque de género llevaron al fin de la victimización y dieron paso a la comprensión de una cultura que impone roles diferenciados a ambos sexos.

Durante la ‘tercera ola’, se buscó sensibilizar a gobierno y sociedad en la comprensión de las razones que llevaron a considerar y tratar a las mujeres como seres de segunda y a la restricción de sus derechos. Se buscó introducir en las políticas públicas la perspectiva de género, logrando la transversalidad de tal visión y el inicio de la atención de ambas categorías sociales, mujeres y hombres, de manera específica en función de sus particularidades. En esta etapa se buscó incorporar a los hombres a la lucha de las mujeres en la construcción de un mundo más igualitario y equitativo.

Pero, ni el reconocimiento de los derechos políticos, económicos, sociales y culturales de las mujeres, ni las campañas de sensibilización, ni las políticas públicas transversales, ni las medidas puntuales como la formación de Agencias del Ministerio Público Especializadas en Delitos Sexuales, ni la asesoría ni los cursos especializados ni los grupos de autoayuda ni los refugios de mujeres ni los apoyos psicológicos y legales a mujeres maltratadas ni los grupos formados por hombres que se reconocían como maltratadores de mujeres y que se esforzaban por dejar de serlo ni todo el movimiento pacífico de las feministas, teóricas y activistas, por mejorar la condición de subordinación de las mujeres en México, ha sido suficiente para modificar el sustrato cultural que permite concebir a las mujeres como seres inferiores.

De tal manera, que un contexto histórico en el que se da una impunidad mayor al 95%, un importante incremento de la violencia, la inseguridad, la delincuencia y del número de delitos cometidos en contra de la población, la destrucción del tejido social y con él de la solidaridad, el cuidado y el respeto al otro, se vuelve el caldo de cultivo propicio para el resurgimiento brutal del odio hacia las mujeres.

Es en este escenario, en el que aparece la ‘cuarta ola’ del feminismo en México, caracterizada por el desencanto, el hartazgo, el cansancio, por la ratificación de que nada de lo hecho ha sido bastante para evitar las agresiones de todo tipo en contra de mujeres y niñas. A nivel mundial, dicha etapa, reconocible a partir de la segunda década del siglo XXI, es visible a partir de manifestaciones multitudinarias en diversos países, mismas que denuncian la violencia en contra de las mujeres y reclaman el avance en la agenda inconclusa de la paridad y la defensa de los derechos de las mujeres como parte de una agenda urgente.

Como se ha mostrado aquí, los tiempos han cambiado, las feministas han cambiado. Las feministas de la ‘primera ola’ odiaron a los hombres, las de la ‘segunda’ buscaron romper las ataduras sexuales que las ligaban a ellos, las de la ‘tercera ola’ los incluyeron y buscaron cambiar a la sociedad y al Estado para que hicieran su parte en favor de las mujeres. Hoy, las nuevas feministas, las de la ‘cuarta ola’, ya no esperan: exigen, gritan, pintan, patean, pelean. El tiempo se agotó.

La rabia, la impotencia, el enojo, la ira, la furia, el encabronamiento han hecho su aparición y con ellos una nueva manera de exigir. Acciones que, ante el pasmo del Estado y la sociedad, puede convertirse en una estrategia más acabada de lucha y que bien podría resumirse en la frase “mejor vándala que víctima” o como se leyó en una de las pintas de la marcha feminista del 16 de agosto: “Prefiero morir a perder la vida”. De tal suerte que cabe preguntarse: ¿tiempos extremos requieren medidas extremas?

Publicado el 27 de agosto de 2019 por Prensa Ibero en:  https://ibero.mx/prensa/opinion-la-brillantada-tiempos-extremos-requieren-medidas-extremas

"TODAS Y TODOS DEBERÍAMOS SER MADRES"



Por: Ivonne Acuña Murillo

En los últimos años y meses, se han intensificado los reclamos que desde la sociedad se hacen a quien gobierna en relación con la inseguridad y la violencia, en particular en contra del presidente de la República en turno. Hoy, por supuesto, es Andrés Manuel López Obrador el destinario de tales demandas. Después de conceder que, en efecto, el primer mandatario tiene la mayor responsabilidad para resolver, en lo posible, este problema, se debe acotar que no es el único actor: los gobernadores y presidentes municipales comparten ese mismo compromiso, aunque en grados diferentes.

De la misma manera, es posible hacer responsables a los presidentes anteriores, la lista puede ser más corta o larga dependiendo de cómo se conceptualice el problema y de las variables que se incluyan en el análisis. Así, puede decirse que desde los sexenios de Miguel de la Madrid Hurtado y Carlos Salinas de Gortari, en que se instituyó el modelo económico neoliberal, la situación de la mayoría de la población comenzó a deteriorarse generando el caldo de cultivo en el que las y los jóvenes se convertirían en el 'ejército de reserva' de las bandas delincuenciales, debido a la falta de oportunidades.

Se puede afirmar también, que el deterioro de la seguridad pública se recrudeció en el periodo de Felipe Calderón Hinojosa, a raíz de su absurda y mal planeada guerra en contra de las bandas del narco y la delincuencia organizada, no sin dejar de mencionar que el supuesto equilibrio entre los cárteles, mismo que impedía la lucha encarnizada y abierta por las plazas, fue roto por Vicente Fox Quesada y su apoyo velado al Cártel de Sinaloa, aquél supuestamente comando por Joaquín 'el Chapo' Guzmán, en detrimento de sus rivales. Asimismo, se puede adjudicar esta situación a Enrique Peña Nieto y su gobierno fallido.

Sin embargo, decir que quienes gobiernan o han gobernado son los únicos responsables del deterioro que se vive en México es insuficiente. Ciertamente, el alto grado de responsabilidad de quien se encuentra en una posición de poder es innegable, ya por su ineptitud, omisión y/o abierta complicidad, pero el nivel de desintegración que vive el país no puede ser explicado sólo en función de esto. Definitivamente ¡no!

Es aquí donde la pregunta por el papel de la sociedad se hace necesario. ¿Qué se ha hecho o dejado de hacer, desde la sociedad, para que se haya llegado a tal grado de descomposición? Más cercano, ¿qué hemos hecho o dejado de hacer, en lo individual, para que nuestro país se haya convertido en una enorme fosa clandestina, para que en nuestro país cualquiera pueda morir asesinado, para que la probabilidad de ser asaltado, violada, secuestrado, desaparecido, desaparecida, prostituida, esclavizado, enrolado en las filas del narco como sicario, 'burrero', etcétera, haya alcanzado tasas sin precedentes?

La respuesta no es sencilla; sin embargo, se puede adelantar que nos hemos acostumbrado a mirar para otro lado. Que los niños y niñas de la calle o en situación de calle, los méndigos, los pobres, las ancianas y ancianos que piden limosna, los campesinos y campesinas que con toda la familia piden limosna fuera de los establecimientos comerciales, la gente que cae desmayada o muerta en la calle y todas aquellas personas que entran en alguna categoría social reconocible, se han vuelto parte del paisaje. Nos hemos acostumbrados a pasar a su lado, sin mirarlos, por miedo, quizás, a estar en su lugar o para que no manchen nuestra felicidad con su desgracia.

Pero, el objetivo de esta colaboración no es incomodar a nadie ni hacer reproches que no se puedan aplicar incluso a quien escribe. La idea es propiciar una profunda reflexión en torno a todo aquello que se ha dejado de hacer por los demás y que, si bien la falta de acción no ha propiciado su situación de precariedad, si ha evitado que la más básica solidaridad mantenga el tejido social que permite a una sociedad transitar a estadios con un mayor nivel de vida para todos y todas.

Basta con hacer un simple cálculo para saber que no tendría que haber gente en situación de calle -niños, niñas, ancianos, ancianas- cuando el número de personas que contamos con una familia, una casa y un hogar y que comemos tres veces al día, excede con mucho el número de quienes viven en la calle. Por supuesto, no se trata tampoco de eximir de su responsabilidad a quien gobierna y cobra impuestos, ni de asumir que todo nos sobra, sino de pensar en el efecto multiplicativo de pequeñas acciones en favor de quien tuvo peor suerte que nosotros. Me permito poner un ejemplo, disculpándome por usar la experiencia de un familiar, que me contó su experiencia sin saber el impacto que causaría en mí.

De camino a su trabajo, en dirección al World Trade Center, mi hermana Olga se topó con un joven en situación de calle. Como ella misma refiere: “Vi a aquel joven como de 20 años con la mirada perdida, la cabeza agachada y estirando la mano para recibir la moneda y Dios me dijo: háblale y dije: ‘Señor ¿a éste? Y él me dijo: 'Sí, a éste'. Entonces le dije: ‘¿qué haces aquí tirado estirando la mano y toqué su cara y le dije ‘mira cómo estás todo frío y drogado, por qué no te compras un pan en vez de droga y comes’”. Sólo como referencia, y con toda proporción guardada, el diálogo entre Olga y Dios me hizo recordar el testimonio de la Madre Teresa de Calcuta, quien afirmó haber desoído en varias ocasiones el llamado divino en favor de los pobres.

Volviendo a México y a Olga, ella le hizo ver al joven que ahí mismo, en el lugar en que se encontraba, podía hacer algo más que sólo pedir limosna. Le sugirió hablar con los dueños de los puestos semifijos y que les ofreciera hacer pequeñas tareas a cambio de dinero, como barrer, en lugar de sólo pedirles caridad.

La segunda vez que vio a César, el nombre del joven de la calle, quien abandonó su casa por la violencia que en su contra ejercían las parejas de su madre y ella misma, Olga le preguntó: “¿Te gustaría repetir una oración conmigo para Cristo? Me dijo: 'Sí, madre, porque usted es como una madre… 'Señor Jesús, reconozco ante ti que tú diste tu vida por mí en la Cruz, que tu sangre fue derramada para mi justificación y que resucitaste al tercer día según las escrituras. Señor, contra ti he pecado, perdóname, te pido escribas mi nombre en el libro de la vida. Amén”.

Al darse cuenta de lo que ocurría, algunos comerciantes de la zona le dijeron que no se acercara a aquellos jóvenes, César no era el único, pues podrían asaltarla. Ella negó esa posibilidad y continúo el contacto. Días después, el joven había tomado el consejo, dejó de drogarse y comenzó a hacer esas pequeñas tareas. Pero él fue más allá, trató de convencer a sus amigos de la calle para que hicieran lo mismo. Algunos lo imitaron, pero hubo uno que se negó. Olga y César hablaron con él, pero no fue posible convencerlo.

En el testimonio referido, Olga se acogió a su fe religiosa y a los valores cristianos de amor al prójimo, pero la religión, cualquiera que ésta sea, no es el único argumento válido para explicar o justificar la ayuda a quien la necesita.

César la nombró 'madre' sin serlo, ni de él ni de otros, pues Olga no tiene hijos ni hijas; sin embargo, se comportó como si los tuviera. Ella no tuvo que alojar a César en su casa, no le consiguió trabajo, no le dio dinero, no le regaló ropa o comida, sólo lo miró, se preocupó por él, le habló, lo tocó, hizo una oración con él y por él, lo motivó a vivir de manera diferente. Pequeñas acciones, en apariencia, que bien pueden cambiar el rumbo de una vida, de muchas vidas. ¿Podrían cosas como éstas ayudar a restaurar el tejido social e impedir que las y los jóvenes, sin esperanza y futuro, caigan presos del narco y la delincuencia, y después asesinen a alguien por cinco mil pesos en el centro de Cuernavaca?

No lo sé, la realidad es más compleja que una sola de sus variables, pero con seguridad la multiplicación de acciones en favor de los menos favorecidos tendrá un efecto positivo y permitirá a la sociedad hacer su parte y dejar de mirar a quienes gobiernan como los únicos responsables de lo que ocurre en México. La inacción de una sociedad apática y egoísta es la otra parte de una diada que ha llevado al país al pozo donde se encuentra.

Pero, es aquí donde quiero traer a cuenta un discurso que considero pertinente, la propuesta feminista-maternalista.

A quienes consideran que el feminismo es un fenómeno monolítico hay que aclararles que este ha sido movimiento social, pensamiento filosófico, convicción de vida y teoría. Y que, así como está formado por múltiples expresiones, radicales, moderadas, conservadoras y que incluso hoy puede hablarse ya de postfeminismo, en términos teóricos, las feministas abrevaron de muy diversos marcos como el marxista, el liberal, el lacaniano, el socialista, el habermasiano, etcétera. Uno de estos marcos fue desarrollado en los años 80 y 90, entre otras, por la filósofa estadunidense Jean Bethke Elshtain (1941-2013), autora, entre otros libros, de Public Man, Private Woman, Woman in Social and Political Thought. En esta obra, concluye que la exclusión de las mujeres de la vida pública se justificó a partir de la división aristotélica entre personas superiores -los hombres, cuyo espacio de acción era la polis griega-, e inferiores -las mujeres cuyo espacio natural era el hogar (oikos).

Elshtain propuso asumir como verdadera la supuesta superioridad moral de las mujeres en el ámbito de lo privado, proclamada por filósofos como Aristóteles y a partir de la cual se justificó la reclusión femenina en el hogar y su exclusión de la vida pública, y el traslado de los valores privados -como el altruismo y el cuidado de los otros, ligados directamente al hacer de las mujeres-, al ámbito público, con el propósito de humanizar a la política y librarla de la brutalidad que significa la competencia por el poder, así como para darle un carácter de más compromiso a quien gobierna.

De esta manera, Elshtain intentó utilizar la idea de acuerdo con la cual "las mujeres son moralmente superiores en lo privado porque son inferiores públicamente", aceptando como cierta la primera afirmación y superando la segunda, afirmando la corrupción de la vida pública y la necesidad de su moralización a partir de los valores privados adjudicados a las mujeres.

Su propuesta provocó, y no era para menos, toda clase de enfrentamientos teóricos entre feministas de diversas corrientes para quienes era necesario sacar a las mujeres del espacio privado para convertirlas en ciudadanas. La maternidad, por tanto, no era considerada por muchas, como si lo fue para las feministas maternalistas, un punto de partida para la construcción de la ciudadanía femenina.

Nótese que Elshtain habla de “altruismo y cuidado de los otros” y no de abnegación, sometimiento, sacrificio o renuncia, valores que el cine mexicano de los años 40, 50 y 60 asoció, equívoca y enfermizamente, con la maternidad.

Pero, más allá de dichas posturas y debates hoy propongo, no hacer de la maternidad el punto de partida para dicho proceso de ciudadanización de las mujeres, sino el punto de anclaje, para mujeres y hombres, de un proceso de restitución del tejido social en el que todos y todas nos comportemos como 'las madres', como lo hiciera Olga, de quien ha sido menos favorecido.

Esto es, hacer de los valores asociados a las mujeres, el altruismo y el cuidado de los otros, una herramienta social para hacer lo que nos toca y no esperar que 'papá gobierno', vuelva a este país a las épocas en que se podía salir con la certeza de regresar a casa sin haber sufrido daño alguno.

En una de sus campañas AMLO usó como slogan la frase “por el bien de todos primero los pobres”, yo digo, parafraseando, “por nuestro bien, todos y todas deberíamos ser madres".

Publicado el 10 de mayo de 2019 por Prensa Ibero en: https://ibero.mx/prensa/todos-y-todas-deberiamos-ser-madres

"RED DE MICROVIOLENCIAS QUE ATRAPA A LAS MUJERES"

Por: Ivonne Acuña Murillo

Cada 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, desfilan por los diversos medios las cifras, los datos que nos informan si la condición de las mujeres en México y el mundo ha cambiado, si ha mejorado o empeorado. Se escriben miles y miles de páginas con mediciones en torno a su posible acceso a todos aquellos beneficios que la sociedad y el Estado prometen. Se replican una y otra vez los diagnósticos, los faltantes, los retrocesos, los avances, las recomendaciones, las rutas a seguir.

Éste es un día para recordar todo aquello que falta por hacer y no para celebrar se afirma. “No nos feliciten, no nos regalen flores”, protestan las que son conscientes de lo que ellas y millones de mujeres viven cada día ante una realidad que se resiste a cambiar, que avanza y retrocede, que se empeña en ponerles obstáculos, en llevarlas cuesta arriba, en recordarles que “son mujeres” y que esa pesada etiqueta les hará pagar un alto precio.

Pero, “no es así para todas”, pensarán aquellas cuya condición de género no se ha hecho evidente brutalmente. Muchas de ellas, millones, estudian, trabajan, tienen proyectos, se desarrollan, potencian sus capacidades, se empoderan. ¡Cierto! Ser mujer no se traduce en fatalidad para todas. Ni hoy ni en todas las épocas históricas ni en todos los lugares.

Ha habido avances, por supuesto, hoy las mujeres han logrado ocupar los más altos puestos de responsabilidad política, económica y social, aunque no sea la regla, aunque el llamado 'techo de cristal' todavía esté allí, como el dinosaurio de Augusto Monterroso. Actualmente, existen mujeres en casi todos los ámbitos del quehacer humano aportando con sus conocimientos, habilidades, experiencia, voluntad; disfrutando de políticas de salud, educación, empleo, recreación, etcétera.

El trecho por recorrer para garantizar a todas un acceso igualitario y equitativo a esos espacios es aún largo. Una serie de violencias económicas, políticas, sociales, familiares, comunales, institucionales, estructurales, incluso estatales impiden uno de los retos más grandes: cambiar la cultura masculina, machista y misógina que ha colocado a las mujeres por debajo de los hombres, como seres de segunda, inferiores, subordinadas, encargadas de las labores menos apreciadas socialmente y peor remuneradas. Incluso ahora, que han logrado acceder a puestos más altos y otro tipo de actividades se mantiene una brecha entre el salario que reciben los hombres, 16% superior en promedio al que reciben ellas por trabajo igual.

Sin embargo, no son sólo las violencias más visibles o estudiadas como el maltrato doméstico, la violación, los feminicidios, la trata sexual, las violaciones tumultuarias ya por pardillas o agentes del Estado, la tortura sexual, la explotación laboral, los bajos salarios, la falta de acceso a recursos económicos y de todo tipo, el acoso sexual, laboral, escolar, la discriminación, una mala o insuficiente política pública y todas las formas en que puede ser vulnerada una fémina, las que conforman el contexto que limita el desarrollo de las mujeres, existen otro tipo de 'microviolencias', mismas que terminan formando una red que poco a poco, invisiblemente, va atrapando a las mujeres.

Existen ideas preconcebidas, frases, dichos, chistes, actitudes que las mantienen en una posición subordinada. Este repertorio y muchos más conforman una especie de red de 'microviolencias', que de manera casi imperceptible las acorralan, las encierran, las atrapan.

Entre las ideas preconcebidas se encuentran: aquellas según las cuales todo lo que pasa dentro de una casa o en una familia o relación de pareja es privado, por lo que no hay que meterse, no hay que denunciar, no hay que ayudar; la que insiste hasta la saciedad que cuando una mujer es violentada sexualmente fue su culpa, con seguridad hizo algo que provocó el “deseo natural irrefrenable” de algún hombre que al final terminó violándola; la que supone que un chiste, un piropo, un flirteo es inofensivo aunque infravalorice a la mujer, aunque la haga sentir incómoda; aquella a partir de la cual se sostiene que las mujeres no saben lo que quieren, que cuando dicen ¡no!, seguro están pensando en un ¡sí!; la que afirma que las mujeres no pueden estar juntas, pues son conflictivas chismosas, envidiosas, emocionales y por tanto irracionales por naturaleza.

Por supuesto, los versos como aquél de Salvador Díaz Mirón y su poema A gloria, que reza: “Tú como paloma para el nido y yo como el león para el combate”; los chistes como el que pregunta: “¿Cuándo van a ir las mujeres a la luna? Cuando terminen de barrer la Tierra”, o aquél de: “¿De quién es la culpa cuando una mujer choca? Del hombre que la dejó salir de la cocina”. O de la canción que enseña que “a las mujeres no hay que entenderlas, hay que amarlas”, que cantautores como Ricardo Arjona y otros nos han recetado 'musicalmente y poéticamente'.

Ejemplos como éstos se replican hasta el infinito en las conversaciones cara a cara, en las plazas públicas, en los medios de comunicación tradicionales o en las nuevas redes sociales. Pero hay otras que solo conocemos cuando escuchamos el testimonio de mujeres que sufren o han sufrido situaciones de violencia. Es el caso de aquellas que han sufrido acoso o agresión sexual en su lugar de trabajo, en la vía pública, en el transporte. Más aún de aquellas que se han atrevido a denunciar el hecho y a su agresor o agresores.

Las respuestas que reciben en sus grupos de pertenencia como la familia, los amigos, el trabajo, incluso en su relación de pareja permiten afirmar que las micro violencias existen. El repertorio es amplio va desde los 'buenos consejos' de familiares y amigos que les dicen: “Pues ya no te maquilles tanto”, “no te vistas así”, “no salgas a esa hora”, “no seas tan amable”, “no sonrías tanto”, “no uses ropa de ese color”, “no uses el cabello suelto”, “cuídate más”, “no te distraigas”, etcétera, hasta la terminación de una relación de pareja o laboral o el distanciamiento de la familia que no soporta la presión que supone que una mujer denuncie públicamente, o incluso en un círculo más pequeño, el haber sido víctima de un delito.

Lo anterior supone cargar a la mujer con la culpa de lo sucedido, suponiendo que siempre habría podido evitar la agresión o al agresor. Pero va más allá, conlleva la anulación de la persona y aquello que la hace ser quien es: su ropa, los colores que usa, su cabello, su autoimagen, sus hábitos, actividades y actitudes. Es ella la que queda atrapada en esa red de microviolencias 'fraternas', 'amigables', 'amorosas' que sólo tienen por objetivo 'protegerla', pero no de quien podría violentarla sino de sí misma al ser ella la causante de lo que le pasa.

En este caso, cuando una mujer se atreve a denunciar, debe enfrentar no sólo la indolencia, incapacidad cuando no complicidad de una autoridad que hará todo por desoír o desviar su caso, su denuncia, hecho que ha sido visibilizado en incontables ocasiones. Otras veces debe soportar igualmente la presión y acoso de esas mismas autoridades, pero lo más preocupante es que no encuentre en sus grupos de pertenencia el apoyo necesario para enfrentar la situación y buscar se le haga justicia, castigando a quien la ha violentado.

Poco a poco se va tejiendo la red en la que al final miles, millones de mujeres quedan atrapadas y de la que difícilmente podrán salir si no hacemos conciencia como sociedad de que tales microviolencias existen.

Publicado el 8 de marzo de 2019 por Prensa Ibero en: https://ibero.mx/prensa/analisis-la-red-de-microviolencias-que-atrapa-las-mujeres


28 de octubre de 2017

MÉXICO LIDERA HOMICIDIOS DE MUJERES EN AMÉRICA LATINA: CEPAL

En dos años mataron a 5,118; de esos casos, sólo 13.6% son feminicidios

En México ocurren siete de los 12 asesinatos de mujeres que diariamente se registran en América Latina, de acuerdo con el Observatorio de Género de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) que para el caso mexicano se basa en los registros de defunciones que reporta el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
Según datos del Instituto, de enero de 2015 a diciembre de 2016 se registraron un total de cinco mil 118 defunciones femeninas por homicidio.
En el mismo periodo, sin embargo, el Censo Nacional de Procuración de Justicia Estatal del INEGI reportó en promedio 700 averiguaciones por feminicidio en el país
Es decir, que el reporte de feminicidios significa sólo 13.6 por ciento del total de los homicidios de mujeres en el país.
“La amplia diferencia entre las cifras de homicidios de mujeres en el país y el registro de feminicidios nos muestran los problemas que derivan de la acreditación del feminicidio como un tipo penal autónomo, sin duda, pero también da cuenta de las carencias, en los órganos de procuración de justicia para el registro administrativo de los asesinatos de mujeres por razones de género”, explicó Elsa Conde Rodríguez, directora general del Programa de Asuntos de la Mujer y de Igualdad  entre Mujeres y Hombres de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).
Al respecto, durante la presentación del Diagnóstico de la CNDH como integrante de los grupos de trabajo que dan seguimiento a los procedimientos de Alertas de Violencia de Género contra las Mujeres, el ombudsman nacional, Luis Raúl González Pérez, demandó la profesionalización de los órganos de procuración de justicia para la identificación de los posibles feminicidios.
“Las unidades de investigación con perspectiva de género enfrentan problemas para su consolidación, mientras el tipo penal del feminicidio difícilmente se acredita e investiga, por lo que debe fortalecerse, no mediante un aumento de penas y agravantes, sino como una vía efectiva para que las víctimas puedan acceder a la justicia”, dijo.
El presidente de la CNDH indicó que pese a los avances que se han logrado desde hace varios años en el ámbito del reconocimiento y respeto de los derechos de las mujeres, la violencia contra las mismas sigue siendo una constante, llegándose con frecuencia al extremo de que ser mujer sea causa suficiente para asesinar a una persona.
“Nunca habíamos contando con un marco normativo y una estructura institucional tan amplia como la actual para proteger a las mujeres y sus derechos, sin embargo, las leyes no se aplican ni cumplen a cabalidad, el acceso efectivo a la justicia es limitado, las tareas de prevención no alcanzan los resultados esperados y los hechos de violencia, además de que se siguen presentando, con frecuencia quedan impunes”, reconoció.
Expuso que en el caso de la violencia contra las mujeres los grandes enemigos son la indiferencia y el silencio, pero sobre todas las cosas, la impunidad, por lo que visibilizar, denunciar y sancionar estos casos son elementos indispensables para su prevención y abatimiento.
“La impunidad es un caldo de cultivo, es un círculo vicioso”, advirtió.

¿Qué es feminicidio?
Legalmente es privar de la vida a una mujer por razones de género. Incluye cualquiera de estas cosas: Que la víctima presente signos de violencia sexual; se le hayan infligido lesiones o mutilaciones infamantes o degradantes, previas o posteriores a la privación de la vida o actos de necrofilia;  datos de cualquier tipo de violencia familiar, laboral o escolar del sujeto activo en contra de la víctima; haya existido entre ellos una relación sentimental, afectiva o de confianza; amenazas relacionadas con el hecho delictuoso, acoso o lesiones del sujeto activo, entre otras circunstancias.

Artículo publicado por Vanguardia.mx: 
http://www.vanguardia.com.mx/articulo/mexico-lidera-homicidios-de-mujeres-en-america-latina-cepal


31 de marzo de 2013

EN PLENO SIGLO XXI LAS MUJERES SIGUEN SIENDO TRATADAS COMO HACE MÁS DE 2000 MIL AÑOS


Por: Ivonne Acuña Murillo

En los últimos dos siglos la humanidad ha logrado un avance sin precedentes en su historia. Estos logros tienen su mayor expresión en la tecnología y su imparable desarrollo. En términos de relaciones sociales el avance ha sido menor, aunque no por eso menos importante. Contamos hoy con concepciones más avanzadas de derechos humanos, con el reconocimiento de grupos sociales ignorados antes como las mujeres, l@ ancian@s, l@s niños, l@s gays, l@s ecologistas, etc. Ideas avanzadas en torno a la tolerancia y el respeto a la diferencia, la búsqueda de la igualdad de derechos y la equidad de trato. Sin embargo, no todos los grupos humanos han aceptado estos cambios ya que mantienen vivas tradiciones con por lo menos 2000 mil años de antigüedad, de acuerdo con las cuales existen personas sin derecho a la construcción de una individualidad propia.

En este contexto se da la protesta de Amina, joven tunecina de 19 años que decidió manifestarse en Facebook con el torso desnudo y sobre éste la leyenda "Mi cuerpo es mio y de nadie más", como se muestra en la siguiente foto.




De acuerdo con la tradición musulmana Amina fue declarada culpable de mostrar su cuerpo en público. La reacción de su propia familia no fue diferente ya que considera la acción de Amina como una "ofensa al pudor de la mujer" y al Islam, desaprueba su comportamiento, desconoce a la joven e incluso respalda su sentencia a muerte, según reportó el sitio Algeri-focus.


Amina es integrante del grupo "Femen", un movimiento feminista surgido en Ucrania en 2008 que realiza sus protestas en topless para llamar la atención. Sostiene que nunca creyó que su decisión tuviera tanta trascendencia, pues sólo quería llamar la atención sobre los derechos de las mujeres.

Desde Occidente se puede afirmar que los derechos de Amina sobre su propio cuerpo y la afirmación de su individualidad han sido violentados. No lo consideran así quienes desde la tradición pretenden defender un esquema de valores que coloca a las mujeres en un papel subordinado y que reconoce en la comunidad un bien mayor. Sin embargo, desde el punto de vista de la teoría feminista, del feminismo como movimiento y desde su esfuerzo continuo por mejorar las condiciones de vida de las mujeres en todo el mundo, así como el reconocimiento pleno de sus derechos, es imposible aceptar que aún haya pueblos que sometan a las mujeres a los designios masculinos, pero sobre todo que castiguen en ellas el deseo de libertad y autodeterminación.

Desde esta postura, la pena impuesta a Amina es una abominación que no puede ser aceptada, en pleno siglo XXI, por personas, grupos o naciones que reconocen el derecho de las mujeres a tener derechos, comenzando por el derecho al propio cuerpo.

Desde este blog se lanza una enérgica protesta en contra de estos aberrantes hechos y de todos aquellos en los cuales las mujeres son sometidas a tratos crueles e inhumanos. Aquí sólo unos ejemplos:

Una niña de 15 años fue sentenciada en las Islas Maldivas a 100 latigazos por mantener relaciones sexuales prematrimoniales tras ser violada por su padrastro, informó una fuente gubernamental. La pequeña fue acusada el pasado mes de junio después de que su padrastro fuera imputado por la policía de violar a la niña y matar a un bebé que había tenido con ella, y que apareció enterrado en su casa en la isla de Feydhoo en el norte del país insular. La niña fue recluida en un centro de detención para menores y cuando cumpla los 18 años se le darán los 100 latigazos.


Condenan a mujer después de ser violada por un grupo de hombres. Un tribunal de Arabia Saudí condenó a seis meses de cárcel y 200 latigazos a una mujer violada por un grupo de hombres por haber hablado en público de su caso y sus esfuerzos para pedir justicia, según denunció la organización Human Rights Watch (HRW).

Actriz condenada a 90 latigazos por actuar en filme crítico de Irán



MALALA YOUSUFZAI, NIÑA QUE DEFIENDE CON LA VIDA SU DERECHO A ESTUDIAR

Por: Ivonne Acuña Murillo




Millones de mujeres en el mundo se ven privadas de los derechos que a otras les han sido reconocidos en muchos otros países, entre ellos el del a educación. Por siglos se consideró que la única educación que las mujeres necesitaban era aquella que les permitiera desempeñarse al frente de su casa y realizar las labores "propias de su sexo" como la preparación de alimentos, la limpieza de la casa y la ropa, el cuidado de niñ@s, ancian@s y enferm@s, etc. Incluso, un pensador tan connotado como Jean Jaqques Rousseau  (17712-1778) afirmó, en su obra Emilio o De la educación, que las esposas debían aprender a leer y escribir sólo si las actividades de su esposo así lo requirieran.

Poco a poco, las mujeres han ganado ese y otros derechos, sin embargo, en sociedades altamente tradicionales se sigue restringiendo la educación de las mujeres a lo que se considera adecuado a su sexo, es el caso de Pakistán, donde el grupo integrista de los talibanes pretenden imponer a la sociedad una visión conservadora en cuanto al papel de las mujeres y castigan en ellas todo intento por cambiar el status quo.
Sin embargo, a pesar de las prohibiciones y los controles impuestos sobre las mujeres, no todas están dispuestas a dejar pasar sus vidas sumidas en la ignorancia y la exclusión. Un ejemplo es Malala Yousufzai, la niña pakistaní que a los 11 años denunció, a través de un blog, el régimen de terror impuesto por los talibanes en su región natal del Valle del Swat.

A pesar de las amenazas de que fue objeto siguió yendo a la escuela no sin miedo, como ella misma afirma:
 “Fui a la escuela con miedo porque el Talibán había emitido un edicto en el que prohíbe que las niñas vayamos a la escuela. (…) Mis tres amigas se fueron con sus familias a Peshawar, Lahore y Rawalpindi después del edicto. (…) Mientras iba a la escuela escuché a un hombre decir “Te voy a matar’. Apuré el paso y cuando miré hacia atrás el hombre venía detrás de mí. Pero, para mi gran alivio, él estaba hablando por teléfono así que debía estar amenazando a alguna otra persona”.

El acoso por parte de los talibanes se hacia presente en los hogares de las niñas como la misma Malala afirmó en una entrevista ofrecida a CNN en 2011: “Tenía miedo de ser decapitada por el Talibán por mi pasión por la educación”, “Durante su mandato, el Talibán iba a nuestras casas a verificar si estábamos estudiando o viendo la televisión”. Malala dijo que acostumbraba esconder sus libros bajo su cama, temiendo una revisión completa de su casa por el Talibán.

En octubre de 2012, a los 14 años Malala fue atacada y herida de bala en el cuello y la cabeza, afortunadamente sobrevivió al ataque. El grupo talibán autor del atentado justificó sus acciones al afirmar, vía  Ehsanullah Ehsan, uno de sus portavoces, que "Malala Yousufzai es una joven profana 'pro occidental' que ha promovido la cultura de Occidente 'Cualquier mujer que, por el medio que sea, juegue un papel en la guerra contra los muyahidines debe morir' [...]  Estamos totalmente en contra de la educación mixta y de un sistema educativo laico”.




Antes de ser agredida, en el año 2011, Malala fue galardonada en Pakistán con el Premio Nacional de la Paz, actualmente, estudia en Inglaterra. Aquí reprodezco algunas de sus palabras en los días previos a volver a la escuela: “Estoy muy contenta por haber logrado mi sueño de regresar a la  escuela. Quiero que todas las niñas en el mundo tengan esta oportunidad básica. Echo mucho de menos a mis compañeros de Pakistán, pero estoy deseando conocer a mis maestros y hacer nuevos amigos aquí en Birmingham”, declaró al acudir a la Edgbaston High School for Girls. 




Aunque no en todos los casos las mujeres sufren o han sufrido atentados por su deseo de prepararse es un hecho que en el pasado y aún hoy, como se constata aquí, tienen que vencer muchos obstáculos para lograrlo.

Te recomiendo leer mi artículo "Mujeres que estudian", en donde reproduzco testimonios de mujeres casadas y con hijos que no abandonaron su deseo de prepararse.



12 de octubre de 2012

DÍA DE LA NIÑA (11 DE OCTUBRE)

Por: Ivonne Acuña Murillo




Por primera vez -por decisión de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas y con la colaboración de la ONG internacional Plan España, junto con aliados de los Estados y la sociedad civil, así como de la Asociación Mundial de Guias y Guías Scouts con European Parlamentary Forum-, se celebra este 11 de octubre el "Día de la niña", con la intención de visibilizar las terribles condiciones que viven millones de niñas en el mundo, por el sólo hecho de serlo, a lo cual se suman una serie de grados de vulnerabilidad como ser pobre, analfabeta, pertenecer a una "minoría" étnica, religiosa, cultural, etc., y con el objetivo primero de reducir los matrimonios a temprana edad, al que son empujadas las niñas por cuestiones estructurales como la baja escolaridad, violación a sus derechos a elegir, cuestiones de orden cultural en el cual ellas son consideradas como propiedad de la familia y son usadas como mercancía o incluidas en convenios sociales donde su voluntad vale menos que nada. 

Es en este contexto que a partir de esta iniciativa se asume que "Evitar uniones en la infancia protegerá los derechos de las niñas y ayudará a reducir los riesgos de violencia, de los embarazos precoces, las infecciones por VIH y las muertes y discapacidades derivadas de la maternidad, incluyendo la fístula obstétrica*. Cuando las niñas pueden permanecer en la escuela sin desposarse, pueden sentar las bases para una vida mejor y también para sus familias, así como participar en el progreso de sus naciones [...] Las niñas con bajos niveles de escolaridad tienen más probabilidades de casarse a una edad temprana y se ha demostrado que este hecho significa prácticamente el fin de su educación. Por el contrario, las niñas que han recibido una educación secundaria tienen hasta seis veces menos probabilidades de ser esposadas en la infancia, lo que hace de la educación una de las mejores estrategias para protegerlas y combatir este problema." (ONU, http://goo.gl/rfdzc).

Entre los datos que permiten constatar la urgencia que supone la condición de millones de niñas en el mundo, se encuentran:

  • Las niñas se encuentran entre los más pobres del mundo. Cerca de 900 millones de niñas y mujeres viven con menos de un dólar al día en el mundo, y unas, 500 millones de niñas y mujeres jóvenes ven desaprovechado su potencial.
  • Según la agencia EFE, cada tres segundos una niña es obligada a casarse, 75 millones no van al colegio y el 64 por ciento de los casos de VIH-Sida en el mundo se da en jóvenes de entre 15 y 24 años. (http://goo.gl/qRYd1).
  • Existen 70 millones de mujeres que fueron obligadas a contraer matrimonio antes de los 18 años de edad .
  • Los matrimonios niegan a las menores el derecho a la niñez, interrumpen su educación, limitan sus oportunidades, aumentan su riesgo de ser víctimas de violencia y abuso, ponen en riesgo su salud y aún su vida por embarazos tempranos y no deseados, todo esto  constituye un obstáculo para su desarrollo, indicó la Organización de las Naciones Unidas (ONU). (http://goo.gl/qRYd1).
  • En los países en desarrollo, 90 por ciento de los hijos son paridos por adolescentes entre 15 y 19 años de edad, y complicaciones relacionadas con el parto son la causa principal de muerte en menores de este grupo de edad. 

Para lograr el objetivo de reducir los matrimonios infantiles, los gobiernos firmantes en colaboración con la sociedad civil y la comunidad internacional, se comprometen a tomar medidas urgentes para acabar con esta práctica dañina. Entre ellas:  

  • Aumentar por ley la edad mínima de matrimonio a los 18 años y concienciar a la opinión pública sobre el matrimonio en la infancia como una violación de los derechos humanos de las niñas.
  • Mejorar el acceso a una educación primaria y secundaria de buena calidad, asegurando que se eliminen las brechas de género en la educación.
  • Movilizar a las niñas, niños, padres, líderes y activistas para cambiar las normas sociales nocivas, promover los derechos de las niñas y crear oportunidades para ellas
  • Apoyar a las niñas que ya están casadas, proporcionándoles educación, servicios de salud sexual y reproductiva, destrezas, oportunidades, medios de vida y la posibilidad de recurrir a la justicia en los casos de violencia en el hogar.
  • Abordar las causas subyacentes del matrimonio en la infancia, incluida la discriminación de género, el valor reducido que se otorga a las niñas, la pobreza, o las justificaciones religiosas y culturales. 

La fístula obstétrica es una lesión causada principalmente por un trabajo de parto prolongado y obstruido, en ausencia de oportuna intervención médica, normalmente una operación cesárea. Durante un trabajo de parto prolongado sin asistencia, la continua presión de la cabeza del niño sobre el hueso pélvico de la madre lacera los tejidos blandos y crea un orificio — o fístula — entre la vagina y la vejiga y/o el recto. Esa presión interrumpe la alimentación sanguínea de los tejidos y causa su necrosis. Posteriormente, los tejidos muertos se desprenden y destruyen así parte de la pared de la vagina, lo cual resulta en una constante descarga de orina y/o materia fecal a través de la vagina.  

El Fondo de Población de las Naciones Unidas (FNUAP) lo describe como el problema más devastador de toda la discapacidad relacionada con el embarazo y calcula que afecta aproximadamente a entre 50.000 y 100.000 mujeres cada año en todo el mundo. Es especialmente común en el África subsahariana, donde la población tiene dificultad en obtener atención sanitaria de calidad. La Organización mundial de la salud (OMS) estima que por lo menos 8.000 mujeres etíopes tienen nuevas fístulas cada año. "Es algo que sucede cuando la mujer (generalmente joven y pobre) tiene un parto obstruido y, debido a la falta de atención obstétrica de emergencia y de personal capacitado durante el parto, no recibe una cesárea cuando lo necesita. Dicha obstrucción puede deberse a que la pelvis de la mujer sea demasiado pequeña, o a que el bebé no esté en la posición debida, o que tenga la cabeza demasiado grande. Las causas subyacentes del problema son embarazos a edades demasiado jóvenes, la pobreza, la malnutrición y la falta de educación". (http://goo.gl/snUQn)

El testimonio de una niña de 13 años es desgarrador:

"Wobete Falaga, que pertenece a una aldea de la provincia de Gojam, al norte de la región de Amhara, en Etiopía, tenía tan sólo 13 años cuando quedó embarazada. Se había casado a los 11 años, poco antes de su primera menstruación, y su cuerpo pequeño y poco desarrollado no estaba listo para las exigencias del parto. El niño nació después de cinco días agotadores de parto en su hogar, pero estaba muerto.
Como resultado del arduo y prolongado parto, Wobete sufrió desgarros que la dejaron dañada. Tenía un orificio, o fístula entre la vejiga de la orina y la vagina, y otro entre la vagina y el recto, por lo que no podía controlar sus funciones excretoras normales y las heces y la orina le resbalaban continuamente por las piernas. Su marido la rechazó sin contemplaciones y la envió de vuelta a la casa de su familia.
La madre de Wobete la llevó a la clínica de salud del gobierno, en la ciudad principal de la provincia, Bahir Dar, pero las enfermeras le dijeron que no podían tratar a la niña y le aconsejaron llevarla a Addis Ababa, la capital del país, lo más rápidamente posible, porque si seguía sin tratamiento podía morirse de infección y deficiencia renal. La familia vendió una vaca para pagar el viaje de tres días y llegó con Wobete a las puertas del Hospital de Fístulas de Addis Ababa sin un céntimo". Esto ocurrió en el año 2004. (http://goo.gl/snUQn).

Más información en:  http://goo.gl/wcY2H


"LA BRILLANTADA: ¿TIEMPOS EXTREMOS REQUIEREN MEDIDAS EXTREMAS?"

Por: Ivonne Acuña Murillo Hora tras hora, días tras día, año tras año, siglo tras siglo, las mujeres han sido ofendidas, humilladas, golpead...