27 de julio de 2009

En respuesta a Mario Vargas Llosa, “El prestigio, el crédito y la legitimidad son para quien las trabaja”

Por: Ivonne Acuña Murillo

Este escrito tiene como objetivo hacer algunas puntualizaciones en torno al artículo de Mario Vargas Llosa, titulado “Prohibido prohibir”, publicado el domingo 26 de julio de 2009, en la columna Tribuna, del periódico El País, mismo que reproduzco abajo y que puede ser consultado en su versión electrónica en http://www.elpais.com/articulo/opinion/Prohibido/prohibir/elpepiopi/20090726elpepiopi_12/Tes

Vargas Llosa comienza su texto afirmando que el eslogan de los jóvenes que participaron en los movimientos de 1968, “Prohibido prohibir”, mismo que da nombre a su participación, tuvo como consecuencias no deseadas el que toda autoridad sea considerada como sospechosa y se propone probar como esto ha provocado la destrucción de la autoridad del docente frente a sus estudiantes y no la destrucción del Estado. Utiliza para ello lamentables acontecimientos y que él retoma como ejemplo, sin mediar un análisis multifactorial, y a Michael Foucault, quien desde su perspectiva aparece como el ideólogo del desastre que supone poner en duda toda autoridad. En este escrito me permito disentir de la postura de Vargas Llosa por varias razones.

Primera puntualización, los jóvenes del ’68 no estaban en contra de la autoridad como tal sino en contra del “autoritarismo” no sólo estatal (del Estado) sino social (de todas aquellas instituciones que ejercen autoridad sobre los miembros de una sociedad como la familia, la escuela, la Iglesia, etc.). Por si Vargas Llosa no conoce la diferencia entre “autoridad” y “autoritarismo”, vayan las definiciones: “autoridad” (repito el término para que no haya confusiones y sigan las malas interpretaciones) es definida por la RAE como: 1. f. Poder que gobierna o ejerce el mando, de hecho o de derecho; 2. f. Potestad, facultad, legitimidad; 3. f. Prestigio y crédito que se reconoce a una persona o institución por su legitimidad o por su calidad y competencia en alguna materia; 4. f. Persona que ejerce o posee cualquier clase de autoridad; y "autoritarismo” como: 1. m. Sistema fundado primariamente en el principio de autoridad; 2. m. Actitud de quien ejerce con exceso su autoridad; 3. m. Régimen autoritario. Partiendo de estas definiciones cabe preguntarse ¿contra que protestaban los jóvenes del ´68? Como aproximación cabe aclarar que no pretendían dinamitar el orden social existente, sino modificarlo. Dichas modificaciones pueden, siguiendo la estrategia retórica de Vargas Llosa, reducirse al slogan “amor y paz”, el cual puede interpretarse, para no abandonar al escritor peruano, como un llamado a hacer de éste un mundo mejor. Pero, ¿mejor cómo? De entrada, un mundo donde la guerra y la violencia no tuvieran lugar. Sin embargo, ese deseo no fue la primera expresión en la búsqueda de cambios, sino la libertad de expresión, de acción, de formación de una identidad propia, todo lo cual se encontraba limitado por el ejercicio “excesivo” de la autoridad estatal, paterna, escolar, sacerdotal, médica, etc. Por poner un ejemplo -de nuevo aparece el camino discursivo de “Don” Mario-, en México la policía podía arrestar a un joven por el hecho de tener el cabello más largo de lo “permitido”, lo cual remite a afirmar que “tener el cabello largo siendo hombre” estaba “prohibido”. También estaba prohibido, por mencionar un segundo caso, hacer manifestaciones públicas sin importar el asunto, tema o problema relacionado, por lo que el Estado podía acusar a quien así lo hiciera de “disolución social” (artículos 145 y 145 bis constitucional), delito que bien a bien podía querer decir cualquier cosa. En el ámbito privado también había prohibiciones, todas aquellas que fueran necesarias para mantener sujeta la voluntad de mujeres, jóvenes, niños y niñas a la excesiva autoridad masculina. Para concluir y volviendo a las definiciones, “prohibido prohibir” no supone el desconocimiento de toda autoridad sino una protesta en contra del autoritarismo estatal y social, en los términos aquí expuestos. Por lo que el primer argumento de "Don" Mario se viene abajo.

Segunda puntualización, los hechos expuestos por el escritor: las golpizas a profesores, los enfrentamientos entre pandillas a navajazos y palazos, los tiroteos, las violaciones sexuales, el consumo de drogas y alcohol, que presenta como resultado directo de la frase que da nombre a su escrito y por tanto de declarar toda autoridad como sospechosa, es no sólo una impresión producto de la falta de análisis sino un exceso, a propósito del autoritarismo que existe también en el espacio de las letras cuando un autor pretende tener la última palabra cuando de interpretar “la realidad” se trata. El caldo de cultivo que provoca el ambiente relatado por el autor y que sería un buen tema para alguna de sus novelas no puede reducirse a un solo factor. Él mismo al inicio de la narración habla de “las familias francesas empobrecidas que se codean” con inmigrantes de diversas nacionalidades, haciendo referencia sin quererlo a dos problemas sociales: la pobreza y la migración a los que se suman el alcoholismo, la drogadicción y el tráfico de armas, como él mismo afirma. Si se hiciera un análisis concienzudo de la relación de estos problemas con lo ocurrido dentro y fuera de las instalaciones educativas se vería que la falta de respeto a la autoridad y las agresiones dirigidas contra los docentes del liceo francés no son resultado únicamente de considerar sospechosa a todo tipo de autoridad sino de un conjunto de factores, como los ya mencionados, que provocan en los jóvenes estudiantes un sentimiento de rechazo, de falta de oportunidades, de un futuro incierto y a su vez violento en el que la escasez de recursos de todo tipo los convierte en competencia y enemigos uno del otro. En este caso, no son las luchas por lograr mayor libertad de expresión, espacios de participación y un mejor nivel de vida los que provocan una inversión negativa en los valores sino un sistema en el que el valor principal es la ganancia económica y cuyos procesos generan enormes espacios de exclusión y grupos de excluidos. En este caso, el segundo argumento de Vargas Llosa lleva a culpar a los actores de tan preocupantes eventos de aquello de lo que son víctimas y a ignorar la responsabilidad que las élites políticas y económicas tienen en el cambio de paradigmas y en el paso del Estado benefactor al Estado neoliberal que como tal ha renunciado a su deber de proteger a los sectores menos favorecidos de la sociedad y se ha aliado a los intereses de los grandes capitalistas, bajo la anuencia y complicidad de algunos intelectuales. Por cierto, es bajo este tipo de Estado que la educación y el trabajo se han convertido en mecanismos de exclusión social.

Tercera puntualización, ésta se deriva de la aclaración anterior y remite directamente a Michael Foucault y cuyo pensamiento, a decir de Vargas Llosa, no llevo al espíritu juvenil a la liberación creativa sino a convertir a los colegios en instituciones caóticas en “pequeñas satrapías de matones y precoces delincuentes”. En primer lugar, hace una generalización brutal al afirmar que todos los colegios “así liberados” son lugares sin orden ni regla. En segundo lugar, supone que la difusión de las ideas foucaultianas ha sido tal, que al menos en Francia, todos los adolescentes lo han leído y tomado como bandera de lucha para liberarse de la autoridad académica que los oprime y coarta, lo cual parece poco menos que exagerado. En tercer lugar, descontextualiza el pensamiento de Foucault al desligarlo de su crítica al Estado capitalista y las tecnologías de poder a partir de las cuales, en efecto, las instituciones -incluidas la escuela y la familia- son transformadas, en instrumentos de dominación que permiten “normalizar” a los individuos para convertirlos en sujetos productivos y explotables, necesarios para la acumulación de capital.

Cuarta puntualización, el mismo Vargas Llosa brinda los elementos para rebatir el último argumento que aquí interesa comentar y que tiene que ver con la autoridad dentro del salón de clases y que Foucault, llamado por Vargas Llosa "iconoclasta", aquel que “niega y rechaza la merecida autoridad de maestros, normas y modelos” (RAE), hace estallar en mil pedazos. Aquí se sostiene que no es esa autoridad la que Foucault cuestiona sino la utilización que de ella hacen las élites políticas y económicas en su afán por socializar a los sujetos en función de sus propios intereses. Por otro lado, parece que "Don" Mario no ha dado clases y no sabe lo que implica “estar en un aula frente a un grupo de jóvenes”. Si partimos de la acepción tomada por él para hablar de esa autoridad que “no volvió a levantar la cabeza” gracias al “prohibido prohibir” y que a la letra dice “Prestigio y crédito que se reconoce a una persona o institución por su legitimidad o por su calidad y competencia en alguna materia”, resulta que la autoridad dentro del aula es algo “que se gana”, que no se da en automático por el sólo hecho de ser nombrado por la institución educativa como el titular de una materia. Todas las personas que hemos dado clases sabemos que existe algo denominado “control de grupo” y que precisamente se relaciona con la experiencia y la habilidad para mantener la consideración de los estudiantes y su atención a los temas tratados, por lo que la autoridad del docente dentro del aula no responde a una abstracta idea de respeto, sino a su propia actitud frente al grupo, a su conocimiento y manejo de lo estudiado y su relación con la realidad que viven sus pupilos, a su forma de administrar los tiempos de atención, al respeto con el que es capaz de tratarlos y de ganar para sí mism@, no sólo a partir de un trato cordial sino de la claridad y observancia de las normas que regirán para los estudiantes y para sí, etc. En pocas palabras y parafraseando a un mexicano realmente preocupado por los menos favorecidos, “el prestigio, el crédito y la legitimidad son para quien los trabaja”.

Finalmente, me atrevo a afirmar que el artículo de Vargas Llosa es una opinión que no se fundamenta en estudios serios sobre el cambio de valores y el comportamiento de los grupos sociales que han sido excluidos del circuito capitalista de acumulación, es por el contrario una perorata, encaminada a defender el status quo aquel del que seguramente se ha beneficiado para defenderlo tan apasionadamente. Lástima que Foucault ya no esté vivo para darle una explicación que pueda entender. ¿O acaso supone que su defensa del orden existente lo acerca al Nobel?

Si quieres leer otra respuesta al mismo artículo visita http://cienciametodoysociedad.blogspot.com/

"Prohibido prohibir". Artículo aparecido en el periódico El País.

Por: Mario Vargas Llosa

El eslogan de Mayo del 68 extendió al concepto de autoridad su partida de defunción y legitimó la idea de que toda autoridad es sospechosa. No destruyó el Estado, pero sí la educación.

Hace ya de esto algunos años vi en París, en la Televisión Francesa, un documental que se me quedó grabado en la memoria y cuyas imágenes, de tanto en tanto, los sucesos cotidianos actualizan con restallante vigencia.

El documental describía la problemática de un liceo en las afueras de París, uno de esos barrios donde familias francesas empobrecidas se codean con inmigrantes de origen subsahariano, latinoamericano y árabes del Magreb. Este colegio secundario público, cuyos alumnos, de ambos sexos, constituían un arco iris de razas, lenguas, costumbres y religiones, había sido escenario de violencias: golpizas a profesores, violaciones en los baños o corredores, enfrentamientos entre pandillas a navajazos y palazos y, si mal no recuerdo, hasta tiroteos. No sé si de todo ello había resultado algún muerto, pero sí muchos heridos, y en los registros al local la policía había incautado armas, drogas y alcohol.

El documental no quería ser alarmista, sino tranquilizador, mostrar que lo peor había ya pasado y que, con la buena voluntad de autoridades, profesores, padres de familia y alumnos, las aguas se estaban sosegando. Por ejemplo, con inocultable satisfacción, el director señalaba que gracias al detector de metales recién instalado, por el cual debían pasar ahora los estudiantes al ingresar al colegio, se decomisaban las manoplas, cuchillos y otras armas punzo-cortantes. Así, los hechos de sangre se habían reducido de manera drástica. Se habían dictado disposiciones de que ni profesores ni alumnas circularan nunca solos, ni siquiera para ir a los baños, siempre al menos en grupos de dos. De este modo se evitaban asaltos y emboscadas. Y ahora el colegio tenía dos psicólogos permanentes para dar consejo a los alumnos y alumnas -casi siempre huérfanos, semihuérfanos, y de familias fracturadas por la desocupación, la promiscuidad, la delincuencia y la violencia de género- inadaptables o pendencieros recalcitrantes.

Lo que más me impresionó en el documental fue la entrevista a una profesora que afirmaba, con naturalidad, algo así como: "Tout va bien, maintenant, mais il faut se débrouiller" ("Ahora todo anda bien, pero hay que saber arreglárselas"). Explicaba que, a fin de evitar los asaltos y palizas de antaño, ella y un grupo de profesores se habían puesto de acuerdo para encontrarse a una hora justa en la boca del metro más cercana y caminar juntos hasta el colegio. De este modo el riesgo de ser agredidos por los voyous (golfos) se enanizaba. Aquella profesora y sus colegas, que iban diariamente a su trabajo como quien va al infierno, se habían resignado, aprendido a sobrevivir y no parecían imaginar siquiera que ejercer la docencia pudiera ser algo distinto a su vía crucis cotidiano.

En esos días terminaba yo de leer uno de los amenos y sofísticos ensayos de Michel Foucault en el que, con su brillantez habitual, el filósofo francés sostenía que, al igual que la sexualidad, la psiquiatría, la religión, la justicia y el lenguaje, la enseñanza había sido siempre, en el mundo occidental, una de esas "estructuras de poder" erigidas para reprimir y domesticar al cuerpo social, instalando sutiles pero muy eficaces formas de sometimiento y enajenación a fin de garantizar la perpetuación de los privilegios y el control del poder de los grupos sociales dominantes. Bueno, pues, por lo menos en el campo de la enseñanza, a partir de 1968 la autoridad castradora de los instintos libertarios de los jóvenes había volado en pedazos. Pero, a juzgar por aquel documental, que hubiera podido ser filmado en otros muchos lugares de Francia y de toda Europa, el desplome y desprestigio de la idea misma del docente y la docencia -y, en última instancia, de cualquier forma de autoridad-, no parecía haber traído la liberación creativa del espíritu juvenil, sino, más bien, convertido a los colegios así liberados en el mejor de los casos, en instituciones caóticas, y, en el peor, en pequeñas satrapías de matones y precoces delincuentes.

Es evidente que Mayo del 68 no acabó con la "autoridad", que ya venía sufriendo hacía tiempo un proceso de debilitamiento generalizado en todos los órdenes, desde el político hasta el cultural, sobre todo en el campo de la educación. Pero la revolución de los niños bien, la flor y nata de las clases burguesas y privilegiadas de Francia, quienes fueron los protagonistas de aquel divertido carnaval que proclamó como eslogan del movimiento "¡Prohibido prohibir!", extendió al concepto de autoridad su partida de defunción. Y dio legitimidad y glamour a la idea de que toda autoridad es sospechosa, perniciosa y deleznable y que el ideal libertario más noble es desconocerla, negarla y destruirla. El poder no se vio afectado en lo más mínimo con este desplante simbólico de los jóvenes rebeldes que, sin saberlo la inmensa mayoría de ellos, llevaron a las barricadas los ideales iconoclastas de pensadores como Foucault. Baste recordar que en las primeras elecciones celebradas en Francia después de Mayo del 68, la derecha gaullista obtuvo una rotunda victoria.

Pero la autoridad, en el sentido romano de auctoritas, no de poder sino, como define en su tercera acepción el Diccionario de la RAE, de "prestigio y crédito que reconoce a una persona o institución por su legitimidad o por su calidad y competencia en alguna materia", no volvió a levantar cabeza. Desde entonces, tanto en Europa como en buena parte del resto del mundo, son prácticamente inexistentes las figuras políticas y culturales que ejercen aquel magisterio, moral e intelectual al mismo tiempo, de la "autoridad" clásica y que encarnaban a nivel popular los maestros, palabra que entonces sonaba tan bien porque se asociaba al saber y al idealismo. En ningún campo ha sido esto tan catastrófico para la cultura como en el de la educación. El maestro, despojado de credibilidad y autoridad, convertido en muchos casos en representante del poder represivo, es decir, en el enemigo al que, para alcanzar la libertad y la dignidad humana, había que resistir, e, incluso, abatir, no sólo perdió la confianza y el respeto sin los cuales era prácticamente imposible que cumpliera eficazmente su función de educador -de transmisor tanto de valores como de conocimientos- ante sus alumnos, sino de los propios padres de familia y de filósofos revolucionarios que, a la manera del autor de Vigilar y castigar, personificaron en él uno de esos siniestros instrumentos de los que -al igual que los guardianes de las cárceles y los psiquiatras de los manicomios- se vale el establecimiento para embridar el espíritu crítico y la sana rebeldía de niños y adolescentes.

Muchos maestros, de muy buena fe, se creyeron esta degradante satanización de sí mismos y contribuyeron, echando baldazos de aceite a la hoguera, a agravar el estropicio haciendo suyas algunas de las más disparatadas secuelas de la ideología de Mayo del 68 en lo relativo a la educación, como considerar aberrante desaprobar a los malos alumnos, hacerlos repetir el curso, e, incluso, poner calificaciones y establecer un orden de prelación en el rendimiento académico de los estudiantes, pues, haciendo semejantes distingos, se propagaría la nefasta noción de jerarquías, el egoísmo, el individualismo, la negación de la igualdad y el racismo. Es verdad que estos extremos no han llegado a afectar a todos los sectores de la vida escolar, pero una de las perversas consecuencias del triunfo de las ideas -de las diatribas y fantasías- de Mayo del 68 ha sido que a raíz de ello se ha acentuado brutalmente la división de clases a partir de las aulas escolares. La enseñanza pública fue uno de los grandes logros de la Francia democrática, republicana y laica. En sus escuelas y colegios, de muy alto nivel, las oleadas de alumnos gozaban de una igualdad de oportunidades que corregía, en cada nueva generación, las asimetrías y privilegios de familia y clase, abriendo a los niños y jóvenes de los sectores más desfavorecidos el camino del progreso, del éxito profesional y del poder político.

El empobrecimiento y desorden que ha padecido la enseñanza pública, tanto en Francia como en el resto del mundo, ha dado a la enseñanza privada, a la que por razones económicas tiene acceso sólo un sector social minoritario de altos ingresos, y que ha sufrido menos los estragos de la supuesta revolución libertaria, un papel preponderante en la forja de los dirigentes políticos, profesionales y culturales de hoy y del futuro. Nunca tan cierto aquello de "nadie sabe para quién trabaja". Creyendo hacerlo para construir un mundo de veras libre, sin represión, ni enajenación, ni autoritarismo, los filósofos libertarios como Michel Foucault y sus inconscientes discípulos obraron muy acertadamente para que, gracias a la gran revolución educativa que propiciaron, los pobres siguieran pobres, los ricos ricos, y los inveterados dueños del poder siempre con el látigo en las manos.

© Mario Vargas Llosa, 2009.

© Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Ediciones EL PAÍS, SL, 26/07/2009


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22 de julio de 2009

Prevén cambien 3 mil cargos delegacionales

Por: Alberto Cuenca

El 1 de octubre asumirán el cargo los 16 jefes delegacionales recién electos, y junto con ellos llegarán unos 3 mil nuevos funcionarios de confianza que serán designados por amistad, influencias, recomendaciones o por el pago de “cuotas” que deben cubrir los nuevos titulares de las demarcaciones con quienes los impulsaron.

Directores generales, asesores, secretarios particulares, jefes de unidades departamentales y coordinadores de área llenarán una nómina que cuesta 72 millones de pesos mensuales a las arcas de la ciudad, según datos de la plantilla laboral reportada por la Oficialía Mayor del gobierno capitalino en su página de internet.

La designación de todos esos funcionarios bajo este método “tradicional” es algo que ha acompañado la historia moderna de nuestro país, explica la profesora Ivonne Acuña, especialista en género, política y sociedad del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Iberoamericana, quien refiere que nuestra cultura política ha impuesto esa forma de nombramiento por lo menos desde el siglo XIX.

Acusa que quienes llegan no son los personajes adecuados, los mejor preparados o los más experimentados. “No se coloca al idóneo, sino al que sea leal, por eso se busca al amigo, el que le va a cubrir, el que se va a hacer de la vista gorda si algo no funciona o si se desvían recursos; entonces, el criterio es otro, no es un criterio administrativo, es un criterio político, tiene que ver con lealtades e incluso con complicidades”, expone Ivonne Acuña.

Lamenta así que el lastre de esa cultura política podría llevar al fracaso proyectos como la creación de una Escuela de Administración Pública del gobierno del Distrito Federal que surgió el pasado 8 de junio.

Ese día, cuando Marcelo Ebrard, jefe de Gobierno capitalino, anunció la creación de la escuela, afirmó que nadie será designado dentro de la administración local si no cuenta con una certificación emitida por esa institución y expresó: “Los nombramientos discrecionales, los nombramientos que representan interés público de corto plazo van a tener que dejar de ser la norma del gobierno de la ciudad a partir de esta fecha”.

El problema es que la ley que rige la operación de esa escuela no obliga a los funcionarios delegaciones a cumplir con aquella certificación de la que hablaba el mandatario local.

Otro obstáculo lo advierte la profesora Ivonne Acuña, al explicar que “ese proyecto va a tener que remar contra corriente, contra toda una cultura del compadrazgo, de la amistad, de las lealtades que se van construyendo sin importar la preparación, además de que existen las presiones del partido postulante, por colocar a su gente, de sus facciones, pues eso implica poder al interior y al exterior”, dice.

Propone renovación

EL UNIVERSAL entrevistó a los jefes delegacionales electos en Miguel Hidalgo, Demetrio Sodi; de Benito Juárez, Mario Alberto Palacios, y de Coyoacán, Raúl Flores, así como a la eventual jefa delegacional en Iztapalapa, Clara Brugada, sobre la forma en que integrarán sus respectivos gobiernos.

Invariablemente los cuatro aseguran que integrarán un equipo profesional, experimentado y sin presiones por el pago de “facturas”, pero bajo el reconocimiento de que deben incluir a los grupos que los llevaron al triunfo y conscientes de que hay muchas áreas que no requieren de una especialización.

En el gobierno de Demetrio Sodi, por ejemplo, habrá algunos amigos del panista “pero muy pocos, porque sobre todo será gente experta que ya ha estado en la delegación y gente que trabajó conmigo en la campaña”.

Dice que en la designación de su gabinete no hay el “pago de cuotas”, a pesar de que integrará a militantes del albiazul y acepta que hay direcciones generales como la de Participación Ciudadana y la de Desarrollo Social donde no son obligados los perfiles con alta profesionalización.

El caso de Iztapalapa es peculiar, pues la perredista Clara Brugada designará al gobierno en la jurisdicción a pesar de que el jefe de Gobierno electo es el petista, Rafael Acosta Juanito.

Ella dice que en su administración habrá militantes del PT y del bloque del PRD que la apoyaron, aunque deja claro que en la jurisdicción el equipo de gobierno será nuevo en su totalidad, por lo que anticipa que no habrá cuadros de la corriente Nueva Izquierda, que se opuso a su candidatura.

“Eso de repartir por ‘cuotas’ como tradicionalmente se hace no lo creo, pero mucha gente de los grupos que me apoyaron cumplen con características de honestidad, compromiso y profesionalismo, pero no se les designará por un ‘pago de cuota’, sino que se tomará en cuenta el perfil de la gente que ha estado participando”, aseguró.

En Coyoacán, aunque su triunfo ha sido impugnado por el PAN, Raúl Flores asegura que todos los integrantes de su gabinete pasarán antes por un examen del centro de control de confianza del gobierno de la ciudad.

Acepta que incluirá a los grupos del perredismo que lo impulsaron, pero dice que la incorporación de esos cuadros no puede ser en detrimento del gobierno delegacional y considera que el PRD debe tener una participación más activa en la preparación de cuadros.

Por su parte, Mario Alberto Palacios expone que en Benito Juárez habrá coordinación con el gobierno de Marcelo Ebrard, para inscribir a sus colaboradores en la Escuela de Administración Pública recién instaurada.

Rechazó que reciba presiones del PAN para colocar en la delegación a militantes del albiazul, pues dijo que se debe entender que unos son los tiempos de la elección y otros los de la gestión pública.

EL UNIVERSAL.COM
D.F.
http://www.eluniversal.com.mx/ciudad/96513.html

AMLO mantiene su base social. Iztapalapa, un ejemplo


"Juanito: de Iztapalapa para el mundo"
Por: Alejandro Cedillo Cano

El sueño es recurrente, casi obsesivo: “¡Juanito, Juanito, Juanito!”, y con ese coro que repiquetea en su mente el virtual ganador de las elecciones de Iztapalapa se aferra a poner un eslabón más a una cadena triunfos, como si la fama y gloria le fueran eternas.

“En tres años seré candidato a la jefatura de Gobierno”, dice mientras reparte a la gente cintas tricolores que guarda en una bolsa de plástico con el logotipo del PT afuera del Hotel Sheraton Alameda.

“¿Y por qué no?, en la presidencia dentro de nueve”, agrega.

Rafael Acosta, como en verdad se llama Juanito, asegura que su popularidad se mantendrá intacta: “Toda Iztapalapa me quiere… también en Francia, Argentina, España… Acapulco, Guadalajara y Morelia “, afirma con voz firme.

¿Lo quieren?

—De ahí me han hablado para felicitarme; incluso, me invitaron a viajar a Francia con todo pagado.

—¿Y va a ir?

—Pues quién sabe, primero tengo que cumplir mis compromisos con la gente.

—Pero si va a renunciar.

—No lo voy a hacer, sólo voy a pedir licencia y eso no es lo mismo. Cuando tomas protesta constitucional no puedes renunciar al cargo.

—¿Entonces quién va a gobernar?

—Si Clara me acepta en su gabinete, vamos a colaborar con ella, si no, pues nos vamos a los recorridos con Andrés Manuel López Obrador.

—¿No es tomarle el pelo a la gente?

—La gente tiene que aceptar que esta negociación es para fortalecer el movimiento de Andrés Manuel.

—¿Y si mejor se arrepiente?

—¡No!, definitivamente no me rajo… Hay un compromiso y la decisión ya está tomada.


BARRABÁS. De casi 50 años, vestido de pantalón verde y camisa a cuadros, Acosta es un tipo muy alegre: da la impresión de que es incapaz de dejar de sonreír aunque un cortejo fúnebre le pase enfrente.

Cuenta que actualmente ya no frecuenta su casa en la colonia Santa Martha, al oriente de la ciudad, porque sus días se van entre desayunos, entrevistas y reuniones con militantes perredistas y del Partido del Trabajo.

Incluso, confiesa que no ha tenido tiempo de ver las notas periodísticas que hacen referencia a su pasado, ese donde fue vendedor ambulante, actor de cine de ficheras y en el que protagonizaba zafarranchos frente al Palacio Nacional en defensa de su presidente legítimo.

Sentado ya en una de las fuentes de la Alameda Central, Juanito asegura que siempre ha sido un “hombre de pueblo”, que viaja en transporte público y que no viste ropa de diseñadores, “ni de marca”.

Durante la entrevista se da tiempo para presumir que participó en el vía crucis de su pueblo. “Fui Barrabás”, cuenta orgulloso.

Y añade: “Cuando quieran nos ponemos de acuerdo para que les enseñe las fotos”.

También recuerda que se vistió de chinelo durante el carnaval. Relata que bailaba al ritmo de tambora por todas las calles del pueblo. Las del Recodo, confiesa, son sus favoritas.

Comenta que su apodo fue porque hace 27 años formó un equipo de futbol en el que 11 de los 15 integrantes se llamaban Juanitos.

“Desde entonces me dicen el Juanito Mayor”.


De Barrabás a delegado

De la noche a la mañana cambió la historia de Juanito, al pasar de un desapercibido Barrabás en el Vía crucis de Santa Martha, a acaparar todos los reflectores, tras su triunfo electoral en la delegación Iztapalapa, donde se ha convertido en un connotado personaje que incluso se da tiempo de regalar su banda a representantes de los medios de comunicación.
Sin el conflicto perredista, Rafael Acosta no existiría

Rafael Acosta, alias Juanito, es “un personaje poco carismático”, quien sin el apoyo de Andrés Manuel López Obrador hubiera perdido las elecciones del 5 de julio, afirmó Ivonne Acuña, especialista en sociología política de la Universidad Iberoamericana.

Asimismo, la académica universitaria sostuvo que Acosta Ángeles se hizo famoso a partir del 16 de junio, fecha en la que el ex candidato presidencial le exigió renunciar a la jefatura delegacional de Iztapalapa para cederle el lugar a la perredista Clara Brugada.

“Los habitantes de Iztapalapa no votaron por él (Juanito), creo que votaron por Clara Brugada con la imagen de López Obrador detrás. Si esto no hubiera ocurrido, si la candidata del PRD hubiera sido Clara Brugada y no Silvia Oliva y no se hubiera dado ese enfrentamiento público entre estas dos fracciones del partido, este señor no hubiera ganado.

“Si él hubiera ido solo por el PT no hubiera ganado. No me parece un personaje carismático, es más, saltó a la fama a partir del evento en el que aceptó ceder su puesto una vez ganando; si eso no hubiera ocurrido a lo mejor no hubiéramos sabido quién era Juanito”.

Del mismo modo, Acuña Murillo aseveró que el triunfo de Rafael Acosta en la jornada electoral del pasado domingo refleja que López Obrador cuenta con una amplia base social en Iztapalapa. (René Cruz González).

LA CRONICA DE HOY
CIUDAD
http://www.cronica.com.mx/nota.php?id_nota=444114

Nota aclaratoria: No recuerdo haber usado el término "exigió".

"LA BRILLANTADA: ¿TIEMPOS EXTREMOS REQUIEREN MEDIDAS EXTREMAS?"

Por: Ivonne Acuña Murillo Hora tras hora, días tras día, año tras año, siglo tras siglo, las mujeres han sido ofendidas, humilladas, golpead...